Técnica

Técnica, técnica, técnica… ¿Cuántas veces hemos escuchado esta palabra?
Cierto es que nuestros profesores siempre nos dicen que la técnica es un aspecto relevante en la práctica instrumental diaria, pero, ¿por qué debemos estudiarla?, ¿cansados y aburridos de practicarla?
El estudio de la técnica es fundamental para llegar a una correcta interpretación del repertorio instrumental y así, poder alcanzar de este modo habilidades imprescindibles que después extrapolaremos a estudios, obras y repertorio orquestal, ya que ésta nos facilitará la ejecución de la música que estamos interpretando. La técnica es la manera en que tocamos nuestro instrumento. Ejercicios de sonido, escalas, escalas cromáticas, arpegios, terceras, etc, forman parte de este concepto.
Una correcta técnica requiere de tiempo, paciencia y trabajo inteligente. ¿Por qué?, porque de nada nos sirve realizarla de forma rápida, mal practicada y de manera inconsciente, esto solo nos puede provocar malos vicios, y a largo plazo es muy difícil deshacerse de éstos, creados de manera inconsciente durante la práctica. Analizar y saber trabajar los diferentes pasajes de dificultad técnica es relevante para una evolución progresiva y favorable en la interpretación.
Practicar técnica puede resultar aburrido si lo vemos desde la perspectiva de realizar escalas, arpegios, etc, pero, ¿qué pasa cuando hacemos música dentro de los ejercicios de técnica?, la cosa cambia, y es que, debemos tener en cuenta que al final somos músicos, y dentro de estos “pequeños” ejercicios aburridos hay un elemento clave para su correcto desarrollo, MÚSICA. Hacer que la técnica sea divertida está en nuestras manos, y los profesores deben de transmitir a los alumnos esta sensación, diversión en todo momento, en cada ejercicio, obra o solo de orquesta que se practique, para así, crear en el alumno la positividad e importancia de “hacer música” hasta en las ocasiones más simples que nos podamos encontrar.